viernes, 17 de febrero de 2012

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Shame: ¡La vergüenza es no tenerla tan larga como Michael Fassbender!

“Shame”
Director: Steve McQueen
Reino Unido
2011

Sinopsis (Página Oficial):

Brandon (Michael Fassbender) es un hombre de treinta y tantos años que vive en un confortable apartamento en Nueva York. Para evadirse de la monotonía del trabajo, seduce a las mujeres, en una serie de historias sin futuro y encuentros de una noche. Pero el ritmo metódico y ordenado de su vida se ve alterado por la imprevista llegada de su hermana Sissy (Carey Mulligan), una chica rebelde y problemática. Su presencia explosiva llevará a Brandon a perder el control sobre su propio mundo. “Shame” indaga en la naturaleza profunda de nuestras necesidades, en la forma en que afrontamos nuestra vida y las experiencias que nos marcan.

Crítica Bastarda:
[Advertencia al espectador: esta es la típica película integrada en ese cine de autor de planos largos, miradas y diálogos profundos destinada a un público sesudo, cinéfilo, de gafas de pasta gruesa, de pose o no pose y, en definitiva, que huye del cine comercial. Si la ve porque salen desnudos y piensa que es en plan “Instinto Básico” con el pitorro de Michael Fassbender en vez del potorro de Sharon Stone está equivocado. No vaya luego llorando en cada esquina diciendo que le han engañado, que es muy lenta, pretendidamente esnob y que se la han clavado… ¡y no Fassbender! Además... ¡Los pajilleros también merecen cine de arte y ensayo!]
“Shame” se articula sobre una secuencia de montaje cuyo motor transcurre en el interior de un vagón de metro. Ambas secuencias se pliegan en su inicio y final, como un par de bolsas escrotales, ejerciendo una lectura de una adicción sexual dejando al espectador (y sociedad) la sanación (por electroshock-coital) del enfermo. Freud definiría ese metro como un gran falo penetrando un túnel-vagina con paradas durante una eternidad-reiterada-y-cíclica-clitoriana y con Fassbender atrapado en el mismo… ¡No hay salida! O «Esto no es una salida» como (re)marcaba Patrick Bateman al final de “American Psycho” de Bret Easton Ellis. Realmente entre Brandon y Patrick las conexiones son palpables en ese vacío existencial y su incapacidad de compromiso sentimental con las mujeres. También los tortuosos entresijos de la soledad y la incapacidad de comunicación y diálogo con el mundo parecen temas coppolianos que han causado dolor y orgasmos a partes iguales al respetable.

¡Nadie ha hablado de mi potorro!

El filme de Steve McQueen funciona mediante un planteamiento de (de)construcción del individuo al ser sacudido por un fuerte cambio a modo de giro. En el caso de Brandon, su hermana inestable y problemática (el pene de Fassbender, por presencia, peso y tamaño, se ha convertido en protagonista secundario de “Shame” pero el potorro con rodal de Carey Mulligan hace méritos) llega a su mundo para desestabilizarlo… pero para generar también el único vínculo humano que le queda en su vida. Un mundo en el que el sexo se ha convertido en el único contacto que ha establecido para comunicarse con el mundo más allá de su vida laboral. Se podría establecer un diálogo antagónico entre “La pianista” de Haneke y la cinta de McQueen. La primera funciona por la represión sexual de su personaje principal mientras que la segunda por la incontinencia del protagonista. Tampoco está ajena de la hipocresía moral de la sociedad con ese jefe adultero y de lenguaje sucio y machista, casado y con familia, ni de planos secuencias que inyectan veracidad al conjunto y que ya vimos en “Hunger”. De hecho el propio autor señala a ambas películas paridas de su talento como bisagras sobre la libertad del individuo: en su ópera prima con la privación de la libertad se utilizaba el cuerpo como arma política para generarla, mientras que en “Shame” el individuo independiente, moderno y con plena libertad sexual crea en su propio cuerpo una prisión de la que no puede escapar.

Viendo en youtube la actuación de Las Supremas de Móstoles

“Shame” podría ser y derivar en un filme sobre relaciones incestuosas y destructivas entre hermanos como sucedía en la reciente “La mitad de Óscar” pero el discurso del director parece estar enfocado hacía el retrato psicológico sobre el descenso a los infiernos del hedonismo. Hay muy buen cine en “Shame” como en la secuencia que incluye la interpretación de Carey Mulligan de ‘New York, New York’ en largos planos, donde establece esa conexión directa con su hermano en la ficción. Steve McQueen demuestra ser un director muy inteligente y no cae en el cliché: cualquier otro hubiera incluido el hit de Las Supremas de Móstoles, ‘Eres Un Enfermo’. Lo que no entiendo para nada es el título de la película… ¿Shame? ¿Vergüenza? ¿Vergüenza de qué? La vergüenza (y ‘shame’) sería tener un micro-pene y tener que hacer un desnudo frontal… Esa sí que sería LA VERGÜENZA. 

2 comentarios:

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