viernes, 7 de junio de 2013

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Hot Milk: Leche caliente directa a tus retinas

“Hot Milk
Director: Ricardo Bofill
España
2005

Sinopsis (Oficial):

El cuento:

¡¡¡Llega el subidón!!! Un loco fin de semana en Ibiza, Esther, una chica inocente descubre la FIESTA más loca de Ibiza. La rodean un grupo de grotescos personajes. Alex es el ligón, El Rato y Alvarito dos fans de la música electrónica, Washaba, una rica lesbiana, Tanit, el gurú y Grace, una ambiciosa y viciosa rival.

Descubra un nuevo cine alternativo, con un lenguaje visual guerillero, lleno de ritmo, diversión, música, enredos… descubre “Hot Milk”.

Crítica Bastarda:

—Hay que conquistarla despacio…
—¿Qué ha dicho?
—Que hay que conquistar el espacio.

Si el anterior diálogo es lo más interesante e inteligente de una película como “Hot Milk”… es momento de echarse a temblar… Sí, Ricardo Bofill debutó (¿y terminó su carrera?) en el cine con una desatinada comedia (en Filmaffinity siguen calificándola como Género DRAMA) que alcanzó el 10º puesto dentro de las 100 peores películas del cine español. El propio ¿autor? declaró que el guión no era lo importante… Al parecer, y juzgando su obra como un buen chorro de leche ardiendo directa a nuestras retinas, tampoco la imagen… Desde un argumento escrito (y defecado) en el papel higiénico usado mientras Bofill plantaba un mojón, el cuento de la lechera-cenicienta con contrastes naif y puti-dirty-fashion del desfase lisérgico ibicenco genera todo tipo de insufribles excusas para que ese eterno-niño-de-papá nos escupa a la cara su cum-shot cinematográfico. La intención, obviamente, es dejarnos ciegos y humillados gracias a su comedia gamberra y tortura de 90 minutos.


La fotografía, a veces degradada con orina de vaca, es obra de Cobi Migliora (“Smoking Room”) y el guión, como ya he comentado, fue un trozo de papel higiénico sobre el que improvisaron los actores —seguramente drogados durante el rodaje—. La idea es defecar una obra sin mensaje (del ridículo) y un canto a la libertad por el que deberían haber ido a la cárcel sus responsables por malversación de fondos públicos. En su momento hubo críticos —¿también comprados drogados por Bofill?— que la compararon con “Amélie” y la colocaron cuatro estrellas… ¡TOMA LACASITOS! Luego decimos que los trolls están en forocoches“Hot Milk” habla —como toda película rodada en Ibiza y/o protagonizada por Enrique San Francisco— sobre la redención de sus protagonistas drogodependientes, tal vez gestada como terapia de choque y desintoxicación (subvencionada) del propio cineasta. La película arrasó en los Premios Godoy como lo peor del cine español del 2005 con ocho galardones de los que no se salvó ni su vestuario, peluquería y maquillaje. Se rumorea, no obstante, que Ricardo Bofill machacó y se esnifó las ocho estatuillas…

¿La precuela de Los Amantes Pasajeros?

— Para evitar interferencias en los instrumentos de vuelo, no está permitido el uso de aparatos eléctricos.
— Grace, ¡apaga el consolador…!

El anterior diálogo deja claro que aquí el consolador lo marca el raccord, pasado por la piedra y pepita del cineasta, estrujado cual teta y desubicando tanto a los personajes como los espectadores. Con un argumento diarreico y un recital de personajes que incitan a firmar un manifiesto para que se aplique la pena de muerte por votación popular, “Hot Milk” consigue su ansiado efecto psicotrópico gracias a una fotografía escrotal y más maltratada que la vaca que ordeña la protagonista y el completo arsenal de lugares comunes: novios maricones, adivinos toca-pelotas, entradas y salidas de armario y situaciones del vodevil más ignominioso. Dice que es cine experimental pero todo nos resulta excremental. Bofill emerge como artista del efectismo putón y del despropósito anfetamínico en esos Biba el clubbing y la pasti y Biba Ibiza y la fiesta hedonista y desenfrenada. A nivel cinematográfico la propuesta desea sea tan orgiástica como inestable, tan molesta y predecible como la lista de la compra de pastis de Pocholo. La leche caliente la pone el subidón… La mala leche el espectador; sobre todo aquella que se les pudo poner a los que pagasen una entrada por ver esta obra que Jean-Luc Godard calificaría de cine español franquista. Nos encontramos atrapados en un viaje absurdo recreado en la estupidez (e inocencia) de su protagonista y una apuesta para seducirla hacia la vida del zorreneo y perdición ibicenca: desde el lesbianismo a la orgía de sexo y drogas como terapia para alcanzar la madurez. Realmente “Hot Milk” es el mejor anuncio de NO A LAS DROGAS confeccionado en este país… pero no por los efectos que padecen sus drogodependientes personajillos del tres al cuarto sino para aquellos que quieran seguir los pasos artísticos de Ricardo Bofill: ¿quién va a drogarse si sabe que puede acabar dirigiendo la 10ª peor película de la historia del cine español?

El artículo de Interviú titulado El nardo de Ricardo explica el final de HOT MILK

“Hot Milk”, con todo el alegato anterior, debe ser consumida como una pastilla sin identificar en una fiesta ibicenca para padecer sus efectos secundarios: desorientación, dolor de cabeza y pérdida de neuronas. Aunque lo mejor es el final… Para ser una película tan estúpida y simple Bofill se reserva un desenlace para saber qué pasó con todos los personajes que hemos odiado y deseado asesinar durante 90 minutos, pero con un destino velado para su protagonista. ¿A quién le cuenta la historia? ¿Quién es él? ¿Dónde está y a qué se dedica? ¿La película es un flashback contado por el nardo de Ricardo mientras posaban en una playa para Interviú? ¿¡HEMOS VISTO UNA PELÍCULA CONTADA POR Y COMO UNA POLLA!?... Aunque la pregunta es… ¿nos importa? Bueno, una MIERDA… como está película. ¿Consistía en establecer dicha metáfora como carta de despedida de semejante meta-anfeta-cine? 

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