viernes, 7 de junio de 2013

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Hannibal (1x11) Rôti: Infierno y anticlímax

“Hannibal” ha vivido su personal infierno y constantes anticlímax desde que comenzó su andadura. La renovación de la serie (contra pronóstico) no ha aumentado la audiencia y “Rôti”, décimo capítulo de su primera temporada, ha marcado sus peores datos hasta el momento. Al igual que ocurrió con Last Resortlas buenas sensaciones para público y crítica vinieron ligadas de la impresión de inmediato punto final: se trata de ficciones más afines al cable que a rendir en la complicada noche de los jueves donde no conseguir unos sobresalientes datos de audiencia equivale a la condena… Esta vez el condenado a muerte se escapó y el respiro puede seguir escupiendo una de las ficciones más al margen de la ley dentro de la televisión actual. Es un procedimental pero no lo es, tiene los resortes y clichés del género pero se desvía hacia la introspección y el anticlímax, es visceral pero la puesta en escena es tan atmosférica como malsana. Ahora es momento de introducirse dentro de ese juego de visiones y locura que plantea “Rôti”.

“Hannibal” en este capítulo vuelve a plantearnos su enfoque y percepción sobre el género: tendremos una completa sucesión de lugares comunes y situaciones tan trilladas como habituales… pero nada será plasmado como esperamos. La idea es jugar con las identidades y el enfoque psíquico de los personajes. Así, comprobaremos que el Dr. Chilton ha sido acusado de conducir psicológicamente al Dr. Gideon como el Destripador de Chesapeake y podría ser el final de su carrera. Will sigue siendo víctima de sus pesadillas, que empezarán a engullirle dentro de su propia realidad; las metáforas, como la de ese reloj digital derritiéndose, comenzarán a dejar constancia de que su encefalitis (y don) le está dejando a merced de las llamas de su infierno personal. Pero llegamos al primer cliché en la presentación: Gideon se fugará cuando iba de camino a su juicio para testificar en contra del Chilton. El villano ha escapado, pero la serie se reserva el enfoque sorpresivo para que Will lo recree en su imaginación y que todo sea conducido a la exposición de los órganos de sus víctimas en un árbol cercano a la carretera. Will lo tiene claro: Gideon quiere captar la atención del Destripador.


Parte de su plan pasa por Freddie Lounds pero sabemos que el final del camino conduce a Alana Bloom y, obviamente, es conocido que Will y Hannibal estarán en medio de sus maquiavélicos planes. Gracias a una llamada que recibe Freddie de una psiquiatra (Paul Carruthers) para buscar una reunión y compañera de artículo, Gideon nos mostrará la ‘corbata colombiana’ y drenaje de sangre como medida de choque. Freddie publicará el artículo como coacción… y Will y Jack descubrirán rápidamente, por la composición de la escena del crimen y la foto que aparece en su web, que Freddie está siendo retenida. Pasaremos al observatorio donde el auténtico destripador dejó el recado a Jack Crawford con el brazo de su aprendiz y descubriremos que Gideon desea que Freddie le ayude a extraer los órganos de un drogado Dr. Chilton. El Dr. Gideon desea rellenar una ‘cesta de regalo’ para el Destripador y los ecos macabros son palpables en la desagradable escena. Jack llegará con los SWAT a tiempo para comprobar que Chilton sigue con vida sosteniendo sus órganos en sus propias manos mientras que Will cederá a sus impulsos y visiones… para llegar al propio Gideon.


La gracia es que Will Graham piensa que está lidiando con Garret Jacob Hobbs dentro de su maltrecha mente y lleva a éste a punta de pistola a la casa de Hannibal para que le ayude a distinguir si es realidad o parte de sus alucinaciones. La secuencia puede parecer tan gratuita como cuestionable y un tanto absurda… pero la gracia es ostensible: el Destripador frente a aquel que fue conducido para parecer tal… El episodio psicótico de Will es aprovechado por Hannibal para convencerle de que llegó solo a su casa y sentarse a charlar con su copy-cat. Aunque da la impresión de que Hannibal no aprecia el robo de identidad y ‘presentes’ en forma de órganos de su ‘conducido’ homólogo… le facilita la ubicación de Alana Bloom. Hannibal es un perfecto sociópata y manipulador y cuando Will ‘regresa’ a la realidad parece dejarle clara sus intenciones, unas llaves y su pistola encima de la mesa. ¿La idea? Revivir el enésimo duelo final de la chica en peligro y el héroe saliendo corriendo a protegerla… Nada es lo que parece y el anticlímax está servido: tanto Gideon como Will parecen atrapados en sus propias psiques y lucha de identidades. Una bala resolverá el capítulo… pero fuera de campo. Will, el héroe, abatirá al ‘malo’ pero nunca podrá estar con la chica hasta que no recupere su cordura. La imagen, en definitiva, es que tanto el protagonista y el villano viajen en líneas paralelas que acaben confundiéndose entre sí…

La ración final con Gillian Anderson y la Dra. Bedelia Du Maurier dejará a Hannibal Lecter también en la cuerda floja: cada vez que se acerca más a la amistad de Will le está conduciendo a la perdición… de ambos…

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