domingo, 6 de abril de 2014

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Noé: Carta Papal Vs. Atea

“Noé”
Título original: “Noah”
Director: Darren Aronofsky
EEUU
2014

Sinopsis (Página Oficial):

El ganador de un Oscar®, Russell Crowe, encarna a Noé, el hombre elegido por Dios para realizar una gran tarea antes de que una inundación apocalíptica destruya la tierra. Una historia épica de coraje, sacrificio y esperanza dirigida por el visionario Darren Aronofsky.

Carta Bastarda y Papal:

Le remito este escrito, Sr. Aronofsky, sin ningún tipo de odio, acritud o cualquier sentimiento visceral que pueda estimular una arcada ante la ‘licencia artística’ que ha decidido tomar para relatar las peripecias épicas del hijo de Lamec. Déjeme decirle que el mosaico que esboza su historia humana —un tanto apócrifa, extrapolada, extremista y presuntamente aferrada a su forma de ver la naturaleza— carece en realidad de cualquier consistencia interna, es un gran y costoso barco a la deriva. Vamos a dejar patente que no me ofende que Noé sea tan fiel a La Biblia como “La loca historia de las galaxias” de Mel Brooks o acabe siendo la precuela de “Transformers” y “Waterworld”, sino que usted condicione a través del cine experimental los días de la creación. Déjeme explicarle que el Antiguo Testamento manifiesta claramente que el día era terráqueo, no astral, intergaláctico o de Raticulín. Era un día, 24 horas, 1440 minutos. Un día. No sea haga líos ni esa expresión que es pecado y comienza por ‘p’ y se encadena con ‘mentales’, algo habitual en los protagonistas de sus cintas.


Le tengo que confesar que no he entendido la película o aquello que deseaba plasmar. ¿Es una versión prehistórica y vegetariana de Guerra mundial Z? ¿Una adaptación de un videojuego de ‘Final Fantasy’ con un tal Noé que podría llamarse Ambrosio o Vegeta sin afectar al desarrollo de la historia? ¿Es tal vez una ínfula de “El señor de los anillos” sobre la condena ‘mordoriana’ de que el ser humano está sentenciado a matarse entre sí por los siglos de los siglos sin un amén que valga? La realidad es que ha consumado una impenetrable cinta que he tratado de intuir y, pese a estar destinada a adolescentes (indudablemente tentados por el pecado), me ha planteando más preguntas que respuestas. Me comprometo a explicarle que comer carne no significa «una conducta depravada»… salvo que alguien emule a Hannibal Lecter o practique un ‘pecado oral y carnal’, tampoco creo que conozca la diferencia entre el veganismo y la agricultura antes de ejercer la ganadería (por necesidad y mandato divino). También que Dios confió sus intenciones (y sin letra pequeña) para que Noé entrara en el arca con toda su familia y digo TODA. No una hembra yerma —que interpreta esa actriz que siglos atrás hubiéramos quemado en una hoguera por bruja— sino con TODA su familia (mujeres de TODOS sus hijos incluidas), ya que consideraba a Noé como el más justo en medio de su generación. No quiero tampoco mencionarle que los ángeles caídos no fueron golems sacados del imaginario de Tolkien y pasados por la piedra de Optimus Prime, ni Matusalén practicaba la magia negra o ponía té a sus invitados o estaba obsesionado con bayas silvestres. Ni mucho menos tenía un Espada Mágica con un hechizo de fuego —al parecer y lamentablemente para los protagonistas de un solo uso— o daba habas mágicas para que todos juntos protagonizasen una precuela de ‘Jack y las Habichuelas Mágicas’. Muchos menos que Dios quisiera hacer un reset de esos luminosos Adán y Eva por culpa de un palpitante fruto prohibido que nadie se comería en su sano juicio por intuir que dentro hay un lombriz mutante asesina. ¡Qué asco! No, Sr. Aronofsky. No.


Usted narra los desvaríos mentales de sus protagonistas con un cúmulo y círculo de pecados claramente mortales: un intento de doble post-aborto a golpe de afilado cuchillo, un joven repleto de deseo carnal y presumiblemente onanista que exclusivamente quiere una hembra con la que desatarse y utiliza reiteradamente la frase «Dios proveerá» como si El Creador fuera una máquina dispensadora de mujeres fértiles, un alcahuete al servicio de los deseos procreadores de esos seres imperfectos que usted mismo ha recreado. ¿No se ha planteado que si Noé quisiera acabar con TODA la humanidad se tendría que haber quedado fuera del Arca con su familia y no dentro? ¿Le excita a usted divagar entre lo sagrado y profano? ¿Es que no se ha dado cuenta de que ha quedado encerrado dentro de esa otra Arca llamada merchandising y publicidad gratuita a costa de la controversia religiosa? No se preocupe, que nosotros rezaremos cada día por su alma con todo nuestro HAMOR y si un día despierta atrapado y dilapidado en su casa tras un ‘Diluvio’ de novelas blasfemas de Dan Brown y fotografías de Tom Hanks interpretando a Robert Langdon, no hemos sido nosotros sino un designio de Dios.

Respetuosamente, er Papa.


Carta Bastarda y Atea:

Estimado, Sr. Aronofsky, no sé ni por dónde comenzar esta tormenta de palabras que espero que se transforme en Diluvio para usted. Lo primero, ¿cree usted en Dios o únicamente en sí mismo? Quiero dejarle claro que sus declaraciones sobre la adaptación del Génesis sirviéndose también de los Pergaminos del Mar Muerto, el Libro de Enoch y el Libro del Jubileo no deja de plantearme la misma pregunta: ¿por qué? ¿Por qué no ha decidido hacer su inundación apocalíptica prehistórica desde un punto humano sin la existencia de Dios? ¿Por qué no se ha distanciado de la fe, los milagros y los mitos? ¿Por qué usted ha hecho una película que da la razón a esos fanáticos religiosos que no pueden probar la existencia de los pasajes que recrea y veneran como frikis inquisidores? ¿Por qué parece usted un creacionista creyéndose (y que otros crean) la propia imposibilidad y absurdo que plantea? ¿Consistía en eso o debo seguir con mi pregunta y porqués? 


Me parece indignante que siga el juego a ese Dios omnisciente que no sabe crear hombres (y mujeres) como Dios manda, que se arrepiente como un niño pequeño con sus juguetes y patalea hasta crear un Diluvio que aniquile su más preciado experimento y, al parecer, descontrolado engendro. ¿Los gigantes a los que se refiere el Génesis eran ángeles caídos o los padres de Optimus Prime? ¿Y Dios un CEO de una compañía ecológica y vegetariana de luz? ¿El ser misericordioso y justo que hizo al hombre a su imagen y semejanza era un psicópata y genocida, según usted, al que le encantaba torturar a hombres como Noé? Y, después de toda esa llorera destructiva como vemos tristemente cada día que no sirvió para nada, Noé no le pregunta por qué va a tardar tanto tiempo en destruir algo que creó en un solo día. Todas las reflexiones de los ateos sobre la cantidad incontable de absurdos que planteaba el Génesis y la construcción del Arca de Noé llega usted, Sr. Aronofsky, y va y las responde con más absurdos. 


A ningún ateo nos salía las cuentas con los días, las promesas divinas, la imposibilidad científica de que el Arca pudiera contener a todos los animales al ser más de 4 millones de especies, dejando en el aire si los creacionistas admiten la teoría de la evolución de las especies y la fecha de la que data el cuento que cuatro frikis se creyeron como suma verdad. Usted se saca todo de la manga, incluidas esas piedras con poderes, dejando la mentalidad crítica científica en evidencia con un cúmulo de despropósitos. Porque usted, Sr. Aronofsky, responde a la imposibilidad de construcción del Arca con otra imposibilidad aún mayor, porque su mito carece todavía más si cabe de análisis científico. ¿Dónde están los dinosaurios y los mamuts? ¿Cómo llegaron la pareja de pingüinos desde la Antártida? ¿Y la evolución darwinista en su relato para explicar el origen de las especies? ¿Si en ese continente único y cerrado que vemos similar a Pangea está todo árido y se dice que los descendientes de Caín y los seguidores de Tubal Caín habían arrasado con todo, por qué aparecen tantos y tantos cientos de animales? Ah, que son CGI… un invento más a sus otras fantasías sin ningún rigor científico y más cerca de “El señor de los anillos” o “Eragon”. Más que un cobarde, usted Sr. Aronofsky es un oportunista que desea rentabilizar los millones de presupuesto de su película con controversia religiosa y fastidiar a los ateos dando la completa razón a los creacionistas. Le tendría que dar vergüenza porque usted es otro creacionista más y el peor de todos ellos. Que la moraleja de su cuento es que todos somos hijos de la fornicación de Jafet con sus sobrinas (tampoco explica si incurrió en la poligamia o se mataron entre ellas por el único macho que pudiera inseminarlas) evidencia que el mundo es un lugar poblado por retrasados mentales cuyos ancestros eran los fundadores de una secta vegetariana y que daba por bueno el genocidio. ¡Muy bien! ¡Siga así Sr. Aronofsky! ¡Siga haciendo películas creacionistas!

¡Dé ejemplo, y ahóguese con los millones que recaude su película creacionista, Sr. Aronofsky! 

Reseña Redux publicada en Cinema ad Hoc

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