lunes, 14 de julio de 2014

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True Blood (7x04) Death Is Not the End: Fangtasia, el origen

Olvídese de la vieja “True Blood” y céntrese en la presente y necesaria despedida para dar una ‘muerte verdadera’ a tan tambaleante muerto viviente. Si bien comenzamos con la sofisticación, vicio y pasión de los vampiros sacados del imaginario de Charlaine Harris y apañados con toneladas de un ‘exploit’ marca HBO y Alan Ball, finalmente hemos acabado con una mueca y burla de aquel ser capaz de hipnotizarnos para ofrecernos un pasatiempo. El vampiro se ha convertido en un zombie pestilente que nunca ha estado a la altura de su pasado. Ni Jesus Gonna Be Here” (7x01), ni I Found You” (7x02) y ni mucho menosFire in the Hole” (7x03) han estado en la órbita de una mejor o simple funcional versión, pese a ofrecer una limpieza de personajes principales un tanto necesaria pero aquí perpetrada del modo más cutre e indiferente. “True Blood” ha llegado a su cuarto capítulo de su séptima y última temporada con “Death Is Not the End” y esperamos que haga honor, al menos, a su título.

Es loable que los actuales showrunners quieran rendir homenaje a la mitología de la serie y que los fans tengan un material que complete el círculo de los personajes. Si el pasado de los Stackhouse, de Bill Compton e incluso Sam Merlotte (entre otros muchos protagonistas) ha sido explorado, ahora llega el momento de dar sentido a la creación de Fangtasia y viajar a los 80 y los 90. “Death Is Not the End” vuelve a plantear esos deseos para que muchos personajes del camino transitado por “True Blood” tengan su aparición y hagan acto de presencia. Con las muertes de de Alicide y Maxine, Sookie y Jason tendrán que dar la noticia vía telefónica tanto a Jackson Herveaux (Robert Patrick) como a Hoyt Fortenberry (Jim Parrack) de la defunción por la vía guionista de sus seres queridos. Que un vampiro matara a la madre de ese personaje que se nos fue a Alaska a iniciar una nueva vida y dejarse de tanta tontería, forma parte de la burla final a esa memoria voluntariamente perdida… como muchos fans de la serie que no quisieron seguir adelante y perderse en los recuerdos. La cuestión es que Holly Cleary ha perdido también su memoria más reciente y no rememora el lugar donde siguen presas Arlene, la parienta con bombo de Sam y la mítica borracha de la serie… ¿Podrá Sookie provocar que Holly recupere sus recuerdos e iniciar el rescate? Aunque la pregunta sea otra: ¿Nos importa? 


En “Death Is Not the End” sí nos importa —aunque sea por las pintas, el auto-voluntario ridículo o esa banda sonora compuesta por Garbage (#1 Crush), Bauhaus (Bela Lugosi’s Dead) y Yeah Yeah Yeah’s (Phenomena)— cómo Pam y Eric recapitulan su pasado al Shreveport que regresan para recoger a Willa. Nos vamos a 1986 y al castigo impuesto por La Autoridad (cameo del Magíster interpretado por Zeljko Ivanek) que no va a ser otro que regentar un videoclub con la mayor colección de películas porno y vídeos para adultos de todo el norte de Luisiana. ¿¡Y cómo surgió la idea de Fangtasia, entonces!? La idea es que los guionistas introduzcan aquí el recurso de un pasillo secreto directo al actual sótano de los horrores y que Sam, Sookie y Jason tengan una alternativa… aunque necesiten la ayuda de los vampiros con una Jessica en huelga de hambre a la que cualquier espectador desea abofetear antes de ponerle la muñeca y así picotee algo y cure esa horrorosa herida de bala en el hombro. La cuestión es que ya a mediados de los 90 Ginger hace acto de presencia con un look nerd (y unas arrugas que no puede tapar ni el mejor maquillador del planeta). La universitaria de 849 años busca películas de vampiros y su buen gusto sorprende a Pam… aunque la aparición de Eric tan ochentera como paródica, deja estupefacta a Ginger que solicita formar parte de la historia de la pareja. 


En realidad, una década después de su llegada al videoclub regentado por vampiros reales, Ginger tiene una idea al salir los vampiros del ataúd y no es otra que el trono para Eric y abrir un club llamado Fangtasia. El VHS y alquilar vídeos o DVDs se quedó atrás en 2006. Pam queda tan anonadada por la idea que decide robársela utilizando sus poderes para vendérsela a un Eric que se entera —al igual que los espectadores— en nuestro presente de la auténtica historia que creó la leyenda y fetiche de “True Blood”. El avión que transporta tanto a Eric como a Pam a Shreveport va a llegar con las mismas prisas que ahora tienen los responsables de dar por concluido todo este asunto de los vampiros infectados por la Hepatitis V, los rednecks vigilantes con delirios (y odios) de grandeza y, en definitiva, la obsesión de reunificar todos los frentes de la serie. Bill y Sookie se preparan junto a sus aliados (un tanto escasos) para tratar de enfrentarse a la horda que todavía yace en Fangtasia. Sookie alimentará a su ex ex ex ex ex novio y la llegada de Eric infectado con Pam va a cerrar el círculo. Eric se reencontrará con Willa y también con su pasado amor humano. Con el lobo quitado del medio, esta camarera Caperucita hada va a tener que tantear en su propio pasado romántico aunque Eric tenga sus días contados. 


La cuestión es que Eric informe al resto del túnel subterráneo, Sam se transforme en rata para llegar a las tres tristes presas y que, entre la entrada y salida de secuestradas y chupasangres, Arlene sea llevada a la parte superior de Fangtasia para ser la comida de los vampiros infectados. Previamente, nos introdujeron a Rosie para informarle de la muerte de Kevin y que así los vigilantes paletos dirigidos por el gañán de Vince se personen en el club con cócteles mólotov para quebrar el plan de Eric, Bill y compañía. La batalla a tres bandas va a unir de nuevo al ex gilipollas (y ex Dios vampiro) con su antiguo compañero de (des)aventuras y que no quede títere (malo) con cabeza. Mejor no explicar la acción sino pasar al rastro del más allá que da título al capítulo. Arlene está a punto de morir y necesita a un vampiro que la dé algo de su sangre para recuperarse. En ese instante Sookie conectará con las imágenes de la propia Arlene para comprobar que Terry Bellefleur (Todd Lowe) quiere tener su cameo como ángel de su antigua esposa y guía en su inminente muerte. Esa conexión emocional entre el mundo de los vivos y los muertos quiere ser tan intensa como una frase chorra de Jason pero tampoco es un terreno nuevo en la serie. La cuestión es el error de los guionistas queriendo dar un trasfondo dramático a los personajes cuando ya nada funciona, queda mal o simplemente aburre. Nos interesa más que Arlene haya echado el ojo a ese vampiro llamado Keith que su pretendidamente emotivo reencuentro con su esposo. Después de “Death Is Not the End” no sabemos qué vendrá cuando ya todo parece contando salvo esos flecos pendientes como el destino emocional y romántico de Soockie o la búsqueda de Eric de la bitch de Sarah Newlin antes de que muera o encuentren una cura… tan ansiada por los espectadores que esperan al muerte verdadera viendo el final de esta serie. Por favor HBO, si hace un spin-off que sea en clave de comedia negra de ese videoclub regentado por Eric, Pam y Giner. GRACIAS. ¿El resto? Entiérrelo bajo toneladas de escombros y hormigón. 

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