domingo, 7 de septiembre de 2014

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jOBS: Steve Jobs debe estar revolviéndose en su tumba

“jOBS”
Director: Joshua Michael Stern
EEUU
2013

Sinopsis (Oficial):

Sólo se necesita una persona para empezar una revolución. La extraordinaria historia de Steve Jobs, innovador y extraordinario empresario al que no se le interpuso nada en el camino a la grandeza. La película cuenta la épica y turbulenta historia de Jobs mientras abría un camino que cambió la tecnología —y el mundo— para siempre.

Crítica Bastarda:

No sé si “jOBS” es un biopic o una carta de odio para que Steve Jobs se revuelva en su tumba… Veamos, aparte de que la película fue vapuleada por público y crítica y que Ashton Kutcher da bastante pena porque se pensaba que le iban a nominar al Oscar por su ¿interpretación?, el guión retrata la vida del co-fundador de Apple desde 1971 a 1991. Desde el inicio vemos cómo Jobs anuncia la llegada del iPod como si fuera Moisés con las con las tablas de la Ley del Siglo XXI, pero la realidad es que aquí nos presentan a un personajillo que más que revolucionar (hacer una revolución o provocar algo que acabara en -ión) era un aprovechado de narices. De dos pares de manzanas que no te entran en la mano, oigan. Según la película de Joshua Michael Stern, Jobs era un hippie trasnochado mantenido por sus padres que después de probar todas las drogas de la época (cliché) y viajar a la India para no hacer el ridículo descalzo (another cliché), se aprovechaba del talento de otras personas para tocarse la barbilla y proclamarse el inventor revolucionario de la historia. ¿Dos manzanas? No, con dos cojones.


“jOBS” nos muestra a un personaje para nada icónico y completamente cínico, que se dedicaba a exprimir a sus amistades gracias a su don innato de seducción. Debido al apoyo de un inversor, Jobs puede dar rienda suelta a su falta de compasión y traiciones habituales entre sus manías por perfeccionar y conseguir la perilla-barba-caprina perfecta. La supuesta visión y el liderazgo de Jobs realmente escondían a un prestidigitador de la palabra y de frases publicitarias que presumiblemente le habría copiado a alguien tiempo atrás mientras zarandeaba sus manzanas al aire. ¿Herramienta para el corazón? ¡Herramienta para la tortura! Steve Jobs, según la película, camuflaba su nulo talento en masticar a las personas con aptitud que orbitaban a su alrededor. Realmente él no hacía nada, simplemente se llevaba los méritos de otros. Eso no lo digo yo sino la cinta dirigida por Michael Stern.


Lo peor de todo (y no que la película no consiga emocionar pese a utilizar el manual del cliché para el biopìc) es que ese final que pretende convulsionar el universo grabando el diálogo para el anuncio de ‘Think Different’ del 97 esconde una secuencia de montaje que ratifica el aprovechamiento innato de ese revolucionario de pega y de pose. ¡Él fue el que inventó el postureo! Porque lo único que se convulsiona aquí es Steve Jobs en su tumba… Al final, este señor puso el nombre y poco más… y eso porque no era fan de ‘Star Trek’ y amante de lo simple y sofisticado… ¿Del resto? Pues tal y como decía en el anuncio, se aprovechó de los locos, de los frikis, de los rebeldes, de los buscadores de problemas, de los nerds, de los Tolosas y de todos aquellos outsiders. El tipo en ese anuncio realmente estaba llamando a los cerebrillos a formar parte de su secta para valerse del talento de todos ellos y hacerse el hombre más rico del planeta a su costa. Al final, lo único disfrutable de la película es ver a Jobs insultar a Bill Gates por teléfono por copiar el sistema operativo… ¿Le dijo la manzana a la pera? En fin, que nos quedamos con “Piratas de Silicon Valley” sin haber visto todavía ni un suspiro ni la piel de esa víbora hecha poma cual broma.

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