lunes, 21 de diciembre de 2015

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Homeland: Quinta temporada


Tras la emisión “A False Glimmer” (5x12) es el momento idóneo para plasmar y sintetizar todas las emociones y sensaciones que ha generado la quinta temporada de “Homeland”, mucho mejor estructurada y completa que esa cuarta que nos dejó noqueados tras un horrible y controvertido season 4 finale, capítulo elegido por los votantes de Imdb como el peor que jamás haya emitido la serie. Ese desenlace impropio no era un recurso baladí —aunque sí sumamente contraproducente— sino que desea posicionar a la propuesta de Showtime en otro tipo de territorios dramáticos y conceptos de suspense más apropiados de cara eludir su desgaste. Renovarse o morir… y de muerte (y vida) va precisamente una entrega cuya premisa pudiera recordarnos a ese proyecto que Frank Spotnitz deseaba llevar a cabo gracias a Hunted, trasladando la acción a distintas capitales europeas. Las nuevas conspiraciones en las que Carrie Mathison se ve atrapada se desarrollan en Berlín pero las intenciones de los escritores pasan por articular un show en el que la actualidad del mapa sociopolítico internacional se vea reflejada constantemente, integrando realidad y ficción dentro del proceso de reinvención de una serie que quiere seguir creciendo y ofrecer un espejo de asuntos claramente polémicos y que raramente se pueden desarrollar sin quedar delimitado por bandos o ideologías. “Homeland”, por el contrario, siempre ha tenido la posibilidad de trazar numeras líneas fructíferas de pensamiento en esos ramales de suspense en los que se han planteado todo tipo de fracciones para completar ese gran rompecabezas que conforma EEUU. Todo se resume a Berlín y Bagdad en un ejercicio de autoconsciencia de los guionistas para dar sentido al pasado, presente y futuro de un mundo que ha perdido la fe y que trata de recuperarla. ¿Lo hará Carrie Mathison? ¿Lo haremos nosotros como espectadores tanto de esta serie como de este planeta en constante crisis? 

Todo comenzó en Berlín, tras la Segunda Guerra Mundial, cuando los dos principales bloques realizaron su ‘reparto’ y allí mismo comenzó a instaurarse ese enfrentamiento que todavía converge en nuestros días. Hemos vivido la Guerra Fría y The Americans, la mejor serie dramática que se emite en la actualidad, está puliendo todo tipo de material y grises morales en esa oposición ideológica que ha acabado enredándose tanto como generando múltiples conflictos internacionales. Esta quinta temporada de “Homeland” obviamente nada en absoluta inteligencia y condescendiente planificación, uniendo por puntos Bagdag y Berlín, como si el pasado y presente se replegara para recordarnos qué hemos ganado —pero también perdido en el proceso— con la derrota de los nazis y el nacimiento de un nuevo mal que pudiera englobar el extremismo religioso. Separation Anxiety” (5x01) aterrizó en nuestras pantallas para unificar numerosas referencias como documentos gubernamentales comprometidos filtrados por hackers, la planificación de un brutal ataque terrorista sobre una capital europea, el fanatismo, los problemas de los refugiados por los conflictos bélicos, la inmigración y, sobre todo, esa eterna disputa en la que se han visto envueltas las dos grandes potencias mundiales desde que Hitler fuera derrotado. Aquello que nos quiere contar esta nueva y notable entrega de la serie de Showtime es que vivimos en un mundo complicado, demasiado suspendido en matices y reacciones a cuantiosos efectos, como si los verdugos finalmente acabaran confundiéndose con víctimas, atrapados en ese constante fuego cruzado que muchas veces ha sido provocado por ellos mismos. En ese espacio queda la esperanza, la fe en la humanidad y en el futuro que precisamente propicia Carrie Mathison, inmovilizada por un pasado que desea dejar atrás pero que sigue siendo crucial a todos los niveles para que pueda avanzar. 


El season premiere y sus primeros capítulos nos revelaron que Carrie había rehecho su vida en Berlín siendo la jefa de seguridad de una fundación al servicio de un multimillonario alemán y filántropo llamado Otto Düring (Sebastian Koch). Un viaje a Líbano introduce a ISIS en las tramas del espectáculo, a que esa zona para nada segura requiere que la ex agente de la CIA, que no acabó para nadie bien con Saul y Dar Adal, tenga que volver a ser aquello que no quería, retomando viejas conexiones mientras trata de regenerarse gracias a un ‘sustituto’ de Brody y su hija Frannie. Carrie sabe de los peligros personales que conlleva volver a acercarse a esa adictiva parte de su vida, que tiempo atrás la condujo tanto a la locura como a ser una dummie (y ‘Drone Queen’) al servicio del gran poder e hilos que gobiernan a la CIA y al propio mundo en el que vivimos. Todo es luz y oscuridad y los personajes, como Saul, eligieron bando pero la ética es cuestión de grises y claroscuros; y Carrie tampoco puede escapar fácilmente de las decisiones que tomó y que van a condenarla en este presente que se va a volver sumamente peligroso a sus intereses. Y es que alguien desea matarla y una conspiración se ha puesto en marcha para acabar con su vida. ¿Quién está detrás? Aunque el diálogo de Quinn con un burócrata de la Casa Blanca nos indicaba por qué el Estado Islámico sigue creciendo y que EEUU no quiere optar por las dos únicas medidas que puede tomar para frenarlo, a lo largo de la temporada se impone un discurso que ata el destino de los rusos y norteamericanos a los de las amenazas del terrorismo islamista, utilizándolo muchas veces en perniciosas conspiraciones sin importarles los contraproducentes efectos que pudiera generar tal incontrolable e imprudente acción. “Homeland” nunca ha tenido pelos en la lengua para retratar temas tabús revelando, por ejemplo, las cloacas del mundo occidental para salvaguardar y protegerse de amenazas, creando un mundo más seguro a costa de acuerdos ilegales que vulneran libertades o convierten en sus agentes en meros sicarios y justicieros sin que queden diferenciados de los monstruos que combaten. En todo ese territorio Peter Quinn es un personaje fundamental para entender toda esta temporada en la que se divisa que el problema ya no es el Islam o el fanatismo religioso sino una guerra del odio, tal y como refleja uno de los ateos colaboradores con un terrible atentado que se está maquinando en Berlín. Los ecos de la Guerra Fría siguen atrapado la política internacional y vamos a tener una traidora en las filas de la CIA, reclutada por la inteligencia rusa en Bagdad. Esos documentos que ahora han quedado filtrados parcialmente pueden exponer a Allison Carr (Miranda Otto) y las acciones se suceden para evitar que la única persona que puede desvelar la conspiración (Carrie) sea asesinada por… ¡Peter Quinn! 


Si algo nos ha enseñado “Homeland” es que importan también los personajes por encima de confeccionar un thriller contemporáneo y tanto Carrie como Peter van a tener que trabajar juntos para destapar una conspiración en la que Saul Berenson se verá rápidamente atrapado por culpa de su actual amante: Allison. La idea de la inteligencia rusa es enfrentar a Saul con Dar Adal mientras consiente que un grupo terrorista islamista masacre inocentes en Berlín para así hacer despertar al mundo occidental de la amenaza que se cierne sobre todos ellos. Tanto Carrie como Quinn se van a ver atrapados en esos afilados e hirientes hilos en los que otros muchos nuevos personajes se ven envueltos. Interesa también, por lo tanto, analizar la moraleja de la historia sobre el precio de la verdad (y justicia) de esa periodista interpretada por Sarah Sokolovic y el hacker Numan que consiguió esos comprometidos documentos que muchas veces dan la impresión de ser un mero macguffin de los guionistas. Y es que el precio de la libertad o las acciones de las inteligencias de cada uno de los países implicados quedan desenmascaradas, siendo nosotros tanto los testigos, silencios cómplices y víctimas de sus acciones y consecuentes reacciones. Veremos a Saul quedar retratado como un monstruo vengativo, como un ser que ha quedado ya atrapado en la oscuridad de una organización que no desentona para nada de una criminal, con asesinatos sistemáticos siendo los jueces y verdugos. Saul, además, ya no necesita sicarios ni verse obligado a mandar mensajes encriptados y cifrados para acabar con sus objetivos. Él ya coordina esas operaciones que no desentonan de las de una mafia u organización criminal, tal y como conceptuaba ese personaje de la inteligencia rusa interpretado por Mark Ivanir. No obstante, en “A False Glimmer” (5x12), “Homeland” retoma el concepto de ese controvertido season 4 finale, pero posicionando su concepto sobre elementos muchos más interesantes que meros dramas personales y familiares. Es cierto que Carrie Mathison se estremece con su conflicto y dicotomía de sentirse a salvo con su ‘nueva’ familia o, por el contrario, regresar a aquello que mejor sabe hacer para defender al mundo de esas amenazas y conspiraciones que lo han convertido en un lugar comprometido sin redención posible que valga. No hay segundas oportunidades para reinventarse y la aventura sentimental y emocional de Carrie por alejarse de la CIA acaba por devorarla y consumirla, posicionándola reiteradamente ante las puertas de ese infierno que deseaba abandonar. Los escritores siempre han trabajado respecto a reflejos con su antiheroína y veremos que Carrie queda atrapada entre dos grandes hombres como Saul Berenson y Otto Düring, corriendo un velo e interés romántico éste último como nuevo foco y posibilidad dramática del show y su personaje principal. 


Pero el discurso de esta quinta temporada de “Homeland” es la fe, articulándose sobre numerosos planos de su protagonista en iglesias, buscando las respuestas en esa crisis de identidad que describe también al mundo en estos turbulentos días en los que un cambio de imagen también le sirve a los escritores a formalizar el conepto de metamorfosis de la serie y su antiheroína. Carrie busca una epifanía en la fe, ese objeto etéreo sobre el que se sustenta su propia existencia. Quiere creer… y Carrie no quiere volver a ser esa espía bipolar que acabó siendo una autómata y máquina de matar, aunque el mundo (y Saul) necesitan que vuelva a ejercer un rol que puede consumirla definitivamente. Como la entrega también se estructura en la vida y muerte, veremos a Carrie fingir la suya y ver cómo Peter sale airoso en varias ocasiones de escapar de esa parca que siempre ha acompañado al personaje. Y he aquí también la metáfora de los problemas de la lucha frente al terrorismo y los daños colaterales que siempre surgen en el proceso, como si también Quinn se viera purgado por sus pecados. Esa carta de amor póstuma da la impresión de amoldarse a una despedida de esos personajes atrapados entre la luz y oscuridad donde se insinúa que Carrie va a poner fin al sufrimiento de ese agente, sicario y perro de presa de la CIA… Y, entonces, llega la respuesta, el albor… la fe. ¿Volvemos a creer en “Homeland” y Carrie Mathison? ¿En este mundo en el que vivimos? Las respuestas en 2016.

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