martes, 31 de octubre de 2017

Puig Demón, el disfraz más aterrador para Halloween 2017


El terror es relativo y la elección de Puig Demón (que no Puigdemont) como disfraz más aterrador de 2017 no es algo baladí. Siendo el ‘plebiscito’ más popular del momento, la idea es trasladar el espanto que provoca el personaje público. Ninguna fobia o repugnancia conocida es capaz de superar a Puig Demón. Ninguna. Grosso modo, la idea de vestirse del expresidente del Reich pasa por liarla parda y salir con el rabo entre las piernas cuando las cosas se ponen chungas para seguir liándola en un bucle de perdición infinito. Destacar es fácil en un país repleto de catetos, falangistas, adictos a la ‘izmierda’, ‘zoocialistas’, hijos de tonadillera y, sobre todo, parásitos con ambiciones políticas o llamados a alimentar su ego en un plató de televisión. Una nación, en definitiva, a la deriva ideológica, donde se legitima cuatro años un sistema corrupto hasta la náusea. Por lo tanto, la aparición de una entidad maligna venida de otra dimensión, vendiendo universos alternativos en los que Uwe Boll gane Oscars y Rafa Mora sea Premio Nobel de Física, supuso un punto de giro para unos aldeanos sumidos en una profunda estupidez y degeneración mental; cuya existencia era perpetuar la corrupción como mal menor. Convenciendo a turbas totalitarias y pasándose por el forro las leyes y la Declaración Universal de los Derechos Humanos —en lo que derechos individuales se refiere—, Puig Demón es un disfraz perfecto para rivalizar con Cthulhu o el mismísimo Lucifer. Su maldad no tiene fin en un universo de catetos, ignorantes, mentes del medievo y dummies a su servicio. La idea es rentabilizar la Guerra de Trapos y alimentar el odio de cuñados sin neuronas y ganarse el fervor de protodictadores nacionalistas a golpe del grito de «facha». De hecho, la idea del disfraz es cometer toda clase de delitos recogidos en el código penal y utilizar «fascista» cada vez que alguien te diga algo que te moleste o atente contra su modus operandi delictivo. Manipular no es opción sino una necesidad del papel. Todo pagado, por supuesto, con dinero público. «¡Fascista! ¡Fascista! ¡Fascista!». Lo ideal es repetir esas palabras una y otra vez delante de un espejo con el disfraz puesto y el nido de gaviota sobre la molondra. «¡Fascista! ¡Fascista! ¡Fascista!». Una y otra vez. Todos son, en resumen, fascistas y usted, Puig Demón, es la víctima y protagonista de una comedia dirigida por Luis García Berlanga y con un guion de Jigsaw. Créase su papel, es clave para repetir ese bucle de destrucción imperecedera. Créaselo y arrasará en la Noche de Brujas (aunque acabe en el trullo). El horror ya está aquí, ya llegó Puig Demón.

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